TE BUSCABA EN MIS SUEÑOS
La niña que me enamoró era negra,
era negra como las esculturas de ébano,
era negra como la noche; negra…,
y me gustaba por ello.
Sus dulces labios de miel, su arrebatadora mirada, su piel…,
fueron la luz que apagó de mi alma, las tinieblasme guiaba a su paraíso celestial, a su jardín de edén.
La niña que me enamoró, era perfecta, la más hermosa de todas,
Me arrebató del invierno feroz, de mis vidas ya oscurecidas.
La buscaba en mis sueños.
La soñé una vez y creí que lo haría siempre.
Dormía siempre, con la esperanza de verla
ver esa carita suya que me enloquecía,
abrazar ese cuerpito suyo, perfectamente moldeado.
La soñaba desesperado.
La quería entonces y te quiero ahora.
Dibujada siempre, sobre mi piel descarriada.
Sanando mis heridas de amores del pasado;
saciando mi enloquecida sed avivada
por el deseo de poseerla, incondicionado.
Y yo, en mi oscuridad, perdido en un sinsentido;
nadaba en mil infiernos de pasiones abrasadoras.
Sumergido en las tinieblas de mi propia alma.
Buscado encontrar a quién amar.
Y desde ahí, la vi, sublime y avivadora;
Ángel celestial que me llenó de su gloria
¿Y cómo me arrebató esta alegría?
¿Cómo se la llevó mientras yo me moría?;
abandonándome en mi condición de inmundicia,
dejándome a la merced de la lujuria,
a los placeres de vivir con este anhelo que en mí ardía.
La amé desde que la conocí, la quise incondicional
Me entregué a ella, viviendo mi vida como un verano sin final
Como si nuestro romance nunca fuera a acabar.
La amé con todo mi ser, la deseé hasta en los huesos
La quise como un moribundo afanándose a vivir
Como si de amarla, dependiera mi existir
Y así, me olvidé de mí. De tanto amarla me morí.